El cabello no es solo una cuestión estética. Desde tiempos inmemoriales ha sido símbolo de fuerza, juventud, estatus social y, en muchas culturas, incluso de espiritualidad. Basta con recordar a Sansón y su melena "todopoderosa", o a Rapunzel como referencia capilar de cuentos. Y aunque no todos tenemos una melena de película, la realidad es que perder el pelo puede generar un impacto emocional importante en la autoestima y en la calidad de vida.
Hoy vamos a hablar de la caída del cabello, por qué ocurre, qué tipos existen, cómo podemos mejorarla desde la raíz (nunca mejor dicho) y qué papel juega la micronutrición y la dermocosmética capilar en todo este asunto.
ANATOMÍA DEL CABELLO: LO QUE NO SE VE, TAMBIÉN IMPORTA
Bajo cada hebra de cabello hay un mundo microscópico funcionando sin descanso. Estas son las principales estructuras que participan en el crecimiento capilar:
- Folículo piloso:
Es una invaginación de la epidermis en la hipodermis, una especie de “embudo” donde nace y crece el pelo. Tiene las mismas capas que el resto de la piel: desde el exterior al interior, encontramos corneocitos, queratinocitos, capa basal y, por debajo, la dermis.
Desde la zona más profunda, la papila dérmica, se genera el pelo gracias a un grupo de células madre que tienen la capacidad de regenerarse una y otra vez… aunque no para siempre.
- Glándula sebácea:
¡La gran olvidada! Esta glándula acompaña al folículo piloso y produce sebo, un aceite natural que protege e hidrata el cuero cabelludo. El problema viene cuando produce demasiado: el exceso de grasa asfixia al folículo. ¿El culpable principal? La dihidrotestosterona (DHT), una hormona que estimula esta glándula y está implicada tanto en la caída del cabello como en el acné.
- Unidad pilosebácea:
Es el combo perfecto (o no tanto): folículo + glándula sebácea + músculo erector del pelo + glándula sudorípara. Esta unidad es hormono-dependiente, especialmente sensible a la testosterona y su metabolito, la DHT.
Por eso, en la alopecia androgénica, el objetivo es frenar esta vía hormonal para evitar la miniaturización progresiva del cabello.
EL CICLO CAPILAR: ¿CÓMO CRECE (Y MUERE) EL CABELLO?
El cabello no crece de forma continua, sino por ciclos. Cada folículo puede generar unos 25 cabellos a lo largo de la vida, es decir, tiene 25 ciclos.
Las tres fases del ciclo:
- Fase anágena (crecimiento): Puede durar entre 6 y 7 años. Cuanto más larga sea esta fase, más tiempo tendremos cabello visible.
- Fase catágena (transición): Dura solo unas dos semanas. El folículo se retrae, el pelo se prepara para caer.
- Fase telógena (reposo/caída): Dura unos tres meses. Aquí es donde los pelos "viejos" se caen, y empieza un nuevo ciclo si todo va bien. De ahí que los tratamientos anticaída duren habitualmente 3 meses.
Si estos ciclos se acortan por factores internos o externos, perdemos pelo antes de tiempo y se agotan los ciclos más rápido. Por ejemplo, si cada ciclo dura 2 años, podrías tener pelo hasta los 50. Pero si solo dura 1 año… ¿adivinas? Hasta los 25. ¡Así de importante es alargar la fase anágena!.
¿POR QUÉ SE CAE EL PELO?
Aunque el ciclo capilar tiene un componente genético, muchos factores pueden acelerarlo o alterarlo. Estos son los más comunes:
1. Estrés físico o emocional:
Sí, el estrés no solo te roba la paz mental… también puede quitarte el pelo. Situaciones de ansiedad, traumas o incluso cambios drásticos de vida pueden alterar el ciclo del cabello y precipitarlo a la fase telógena.
2. Cambios hormonales:
Las hormonas tienen mucho que decir aquí. La caída androgénica (tanto en hombres como mujeres) está relacionada con la dihidrotestosterona (DHT), una hormona derivada de la testosterona que acorta el ciclo capilar y miniaturiza el folículo.
También es habitual la caída en: postparto, menopausia y trastornos tiroideos.
3. Déficits nutricionales:
Como cualquier tejido activo, el cabello necesita nutrientes para crecer. Una dieta pobre o desequilibrada puede provocar una caída difusa y debilitamiento general.
4. Inflamación crónica o enfermedades autoinmunes:
Trastornos como el lupus, la alopecia areata o la dermatitis seborreica pueden causar caída parcial o total.
5. Uso de productos agresivos y malos hábitos capilares:
Coloraciones frecuentes, herramientas de calor, champús con sulfatos o recogidos tirantes pueden dañar la fibra y el folículo.
TIPOS DE CAÍDA CAPILAR MÁS COMUNES
Normalmente diferenciamos entre dos tipos de caída:
- Caída estacional: Caída difusa, suele ser reversible. Aparece tras situaciones de estrés, postparto o enfermedades.
- Caída progresiva (también llamada alopecia androgénica): Progresiva y relacionada con hormonas. Esta sigue dos patrones: el femenino, que comienza con pérdida de densidad en la raya del pelo; y la masculina, en la cual, se empieza a perder pelo en las entradas y coronilla. Sin embargo, a pesar del nombre, ambos patrones se pueden dar tanto en hombre como en mujer.
Encontramos otras alopecias con diferentes características, como pueden ser:
- Alopecia areata: De origen autoinmune, con zonas redondas sin pelo.
- Alopecia cicatricial: Con daño permanente del folículo. Requiere tratamiento médico urgente.
El mundo capilar es complejo y, en muchas ocasiones, confuso. Elegir el tratamiento adecuado y personalizado que nos ayude con nuestro problema es complicado, y más cuando muchos de los principios activos utilizados son comunes. Además, el mercado nos ofrece un abanico de posibilidades infinito. Por esto, ¡lo importante!, es ponerse en manos de un buen profesional que dé en el clavo.

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